Hoy es
un día especial. Hoy día celebramos a
esa persona incondicional, a esa persona que nos ha cuidado toda nuestra vida y
que nunca, pero nunca, nos ha dejado solos.
A veces nos reta por nuestros condoros, y más de alguna vez nos han
tirado las orejas o pegado un par de palmadas.
Pero a pesar de todo eso la queremos más que la mierda. Estoy hablando de las mamás, las mejores
amigas y el mayor apoyo que podemos tener.
Yo hoy día lamentablemente no estoy con mi mami. Ella está en Punta Arenas y yo estoy en Viña
del Mar, pero muy pronto voy a estar con ella ya que me voy a trabajar a Punta
Arenas el segundo semestre. Sé que mi
mamá no es público objetivo y no lee mi blog, así que mandar un “te quiero
mucho” puede ser inútil por esta vía, pero quiero que ustedes, mis pocos, pero
fieles lectores, sepan de la gran mujer que me tuvo por 9 meses y me ha cuidado
como ninguna en estos cortos 22 años de vida.
Mi mamá
es igual que yo, somos buenos para hablar, nos gusta conversar y cuando ella
fumaba y estaba acá en Viña siempre salíamos a tomarnos un café y fumarnos un
cigarro al patio. Era ese momento del
día en que la dejaba de ver como una madre y la veía como la amiga que es. Es ese momento del día que no espero con
ansias, sin embargo estoy feliz de que llegue.
Es ese momento del cual puedo sacar más de una enseñanza y sin que ella
se dé cuenta, aprendo cosas que nadie más me podría enseñar. Esa es mi mami.
Y al
igual que una buena serie, me encanta estar con ella. Es como Friends, ya que la serie se terminó
hace muchos años, no hay temporadas nuevas, pero es filete verla igual. Sé que van a pasar los años y voy a seguir
viéndola. Mi mamá es mi serie
incondicional.
Pero a
veces las mamás también sacan su lado raro, a lo American Horror Story, y nos
tratan de entregar valores o enseñanzas de las maneras más freakis. Por ejemplo cuando somos chicos y nos hacen
dormir. No pueden cantarnos una canción
con angelitos, ositos o pajaritos.
NO. Nos cantan sobre el Cuco y
como este monstruo de mierda nos va a venir a buscar si no nos quedamos
dormidos. Weón, más de alguna vez no
pude dormir y me quedaba tapado con las sábanas, cagado de miedo, intentando a
la fuerza quedarme dormido para que el weón no me venga a buscar. Si la misión de ustedes, mamás, era que
tuviéramos unas buenas noches, debo decirles que no le achuntaron a la
canción. Lean bien: “Duérmete niño,
duérmete ya, que viene el Cuco y te comerá.”
Mal jugado.
Pero no
solo cuando somos chicos y necesitamos que nos hagan dormir nos cagan la psiquis. También cuando comenzamos a
pololear o a jotearnos a alguien y los llevamos para la casa. Todo está bien, se saludan, se presentan, si
están invitados a almorzar, almuerzan.
Perfecto. Pero llega ese temido
momento en que tu mamá dice: “Te acuerda cuando eras chico y…” Después de ese temible “Y” viene lo
peor. “…y eras un guatoncito tierno”,
“…y llorabas todo el día”, “…y te hacías caca hasta los trece años”, “…y le
tenías miedo a las gitanas.” Weón, ¿Por
qué? Otra vez, si quieren ayudar no lo
están haciendo. Por ejemplo a mis papás
les encanta recordarme que cuando chico hablaba con voz aguda y me gustaban los
animalitos. Pero en vez de decir: “Me
gustan los animalitos”, como cualquier niño normal, decía: “Me gushtan losh
animalitosh.” Y me imitan e imitan y al
comienzo es chistoso, hasta que después lo hacen muy seguido y ahora el hecho
de haber hablado así hasta los trece o catorce años me va a acechar toda la
vida.
Ay, mamás. Sé que lo hacen con buenas intenciones, pero,
¿Por qué les gusta tanto wearnos? ¿Por
qué cuando chicos nos visten como idiotas?
A todos mis hermanos nos vestían con la misma ropa, parecíamos siameses. Es como si fracasaran como madres si no nos
hacen pasar una infancia que nos traerá más de una vergüenza cuando crezcamos.
Pero, mamá, te quiero
igual. Y no lo voy a negar, te llamo
todos los días para hablar solo pa’ contarte lo que he hecho y saber cómo
estás. Porque muchas rabias y vergüenzas
me has hecho pasar, pero eres la “Friends” de mis series: La que nunca querré
dejar de ver y la que siempre me subirá el ánimo. A veces me puedo enojar porque tienes un
capítulo malo o no me hiciste reír tanto como la semana pasada, pero siempre
querré volver a ver un capítulo tuyo. Y
sé que contigo no hay fin de temporada.
Hoy día dejamos un poco de lado
la comedia para darles este saludo a nuestras mamás. A mis abuelas, a mis tías y a mis amigas que
son mamás. High Five para todas ustedes.
Mamá, sos grande. No te mueras nunca.
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