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lunes, 25 de agosto de 2014

24 años de amors

                Llevo 24 años de vida, en los cuales casi todos los años he aprendido algo.

                En el primer año aprendí que cagarse en los pantalones puede ser tierno hasta cierto momento, cosa que a los 10 años olvidé cuando corriendo de la cancha a mi casa no aguanté y volví a llenar de “desechos” mis calzoncillos de Mickey, convirtiendo mis pantalones en una especie de Chernóbil.  A los dos años me di cuenta que mi gordura, si, fui sobre peso por mucho tiempo, nací con casi 5 kilos de amor, era algo que las mujeres encontraban adorable.   Después viví en EEUU, teniendo 12 años y seguía igual de gordo, ahora las mujeres me encontraban igual de adorable como un judío encontraría adorable a un Nazi.  O sea nada.  Mi primer beso lo di a los 15 años y después me enteré que esa mina ahora es lesbiana.  Algo pasó ahí.

                A los tres años me acuerdo de haber hecho mis primeros amigos, me acuerdo que era fácil.  Veo a alguien con un chupete, le muestro mi chupete, los dos tenemos chupete, somos amigos.  Pero a los 13 años en EEUU no fue tan fácil.  Algo de mi gordura no les gustaba a los gringos, así que haciendo historia larga a corta, una vez me senté solo en el almuerzo por dos semanas.  Aprendí que no es tan fácil hacer amigos, y que algunos gringos son unos conchas de tu madre. 

                Pero después crecí y baje de peso.  O sea podríamos decir que soy como el vino.  A los 14 años me di cuenta que es posible pesar lo mismo que cuando tenía 7, así de gordo era.

                A los 15 años tuve mi primer carrete con copete.  Aprendí que la caña es lo peor, y que si uno se cura a esa edad hay que vomitar antes de llegar a la casa.  Porque puta todas las veces que llegué a vomitar a la mía, y las incontables veces que mi viejo me metió a la ducha.  Aprendí el dolor de estar castigado en un 18 de septiembre, y aprendí que el agua el domingo en la mañana no tiene que ser agua bendita de la iglesia para ser sanadora.

                En tercero medio, a los 17 años, aprendí que no hay primera sin segunda, así que volví a hacer tercero medio.  No me arrepiento, me hice a mis mejores amigos en esa generación.  A los 19 pololié por primera vez.  Aprendí que no hay macabeo triste y que siempre el primer pololeo es uno “macabeo”.  A los 21 se terminó el pololeo y aprendí que no hay peor caña que la caña del despechado.  Y no hay weón más latero que un despechado.  Vuelvo a decir, creo que soy como el vino, porque mucho de mí les da dolor de cabeza a muchas personas.

                A los 22 me fui a Punta Arenas y aprendí que el mito de que los cocos se encogen con el frío es verdad.  También aprendí que Punta Arenas ES LA RAJA, y mi blog se hizo famoso por unas semanas.  Gracias, Punta Arenas.  A los 23 años aprendí  que la caña es la misma en el sur como en el norte.

                Ahora a los 24 años aprendí que si un weón se tira un balde con hielo, muchos lo van a hacer.  Que el farol alumbra si sólo uno le pone empeño, y que maricón es el que le pega a las mujeres…y también maricón es el que no te da un cigarro.

                Mis entradas están más grandes, y los amigos son menos, pero feliz de haber cumplido 24.  Algo me dice que este año va a estar bueno.


                High Five.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Los HOMBRES complicados

Las minas son complicadas y ya dejé eso más que claro con el último post.  Pero los hombres no nos quedamos tan atrás tampoco.  Sí, las minas son más frías que los hombres, aunque se calienten todas las weonas viendo “Las 50 sombras de Grey”, son frías.  Pero el hombre siendo más caliente, cosa que las mismas mujeres a veces hasta nos critican, es complicado.

                Somos simples pa’ elegir la ropa.  Ir a comprar ropa con un hombre puede ser hasta más fácil que tirarse a una puta pagada.  Llegas, eliges y compras.  Llegas, eliges y metes…red compra si estás hablando de ropa.  Pero nos damos vueltas en weas que las minas encuentran tan fácil.  Una weona quiere bailar con un weón en la disco, va y le mueve el poto, el weón se calienta y bailan.  CORTA.  Pero un weón quiere bailar con una mina, se queda una hora mirándola, ojeándola entera, pensando en que “frase sexy” puede decirle pa’ sacarla a bailar, y cuando llega el momento el weón se da cuenta que la weona ya se está agarrando a un guatón de mierda, que bien guatón y lleno de espinillas puede estar, pero el concha de tu madre aperró pa’ sacarla a bailar.

                Los hombres somos bien minas pa’ nuestras weas a la hora de elegir como quedar curados.  Cuando estamos a punto de comprar el “shrago” pa’ la noche nos paramos al frente del Capel, Alto del Carmen y el Mistral.  Capel no compramos, porque puta, es Capel.  Alto no compramos porque nos da caña, y al final Mistral no compramos porque también nos da caña.  Nos damos tantas vueltas pa’ comprar copete sabiendo que sólo lo compramos por dos razones: Curarnos o curar a alguien.  Y en ese momento en que de verdad nos complicamos pa’ comprar, entiendo a las minas cuando no pueden elegir la blusa celeste o azul, siendo que las dos weas son iguales.

                Los machos nos hacemos los machos pa’ todo.  Pero cuando nos tienen que sacar un parche puta que la sufrimos.  No me vengan con que son todos los weones Rocky Balboa ahora, porque todos la lloramos cuando nos sacan el parche del brazo peludo.  Ese dolor es equivalente cuando vemos a nuestro equipo de fútbol perder.  Que tire la primera pierda el weón que no lloró cuando Jara se perdió el penal.  Las minas no entienden eso, pero si a un weón lo patéan cuando su equipo pierde un partido, yo creo que el hombre llora más porque su equipo perdió.

                Las minas son complicadas porque tienen más pa’ elegir.  De cinco weones que le gustan a una mina, sólo dos minas le gustan a un weón.  Es más fácil que a un weón le guste una mina que a una mina le guste un weón.  ¿Me hago entender?  La mina siempre se hace querer, sabe que le gusta a uno, bacán, que venga el siguiente.  Los calienta a todos como si la weona fuese microonda comunitario, mientras que el pobre diablo, como decía Don Omar en una de sus tantas poesías, está más enredado que cachipún de Úrsula pa’ declararse a una mina.  “Me gustas”, “Me calientas”, “¿Bailemos?”.  Son “declaraciones” que se ven simples.  Pero hay que ser bien “Chuck Norris” pa’ decirlas cuando de verdad te gusta la weona.

                Los hombres nos ahogamos en un vaso de agua, y el vaso es de shots, o sea imagínense.  Pero eso pasa porque la tendencia de las minas de decir que NO a todo nos ha puesto así.  Antes era hermoso pa’ una mina que un buen mozo como yo la sacase a bailar.  Pero ahora hasta pa’ pedirles permiso nos da miedo.  “¿Me das un cigarro?” “No”.  “¿Quieres bailar?” “No.”  “¿Me das permiso?” “No, roto de mierda.”  Pero les decimos: “¿Quieres un cigarro”, y si dice la weona.  “¿Vamos a bailar? Es barra abierta” y otra vez sí, la perla.  “¿Te dejo pasar?”  Y dale con el sí, conchetumadre. 

                Citando a Marthin Luther King Jr.: “Yo tengo un sueño, que algún día, tanto negras como blancas, asiáticas como indias, me digan que SI cuando las saque a bailar en la disco.” 

                El hombre es complicado.  Sí.  Pero esto es un partido a dos bandos.

                Que las minas hagan la ecuación más fácil, así los weones nos “descomplicamos” más rápido y todos los calientes encubiertos felices.


                High Five, hombres.  Y que las minas se queden con sus “50 sombres de Grey”, nosotros tenemos las incontables temporadas de “Emanuelle.”

domingo, 17 de agosto de 2014

Las MINAS complicadas

                 Hablando con una amiga sacamos la discusión de cómo se jotéa hoy en día.  Antaño, muuuy antaño uno hablaba con la mina bien seguido para joteársela bien.  Eso sí, siempre preocupado de no caer en la temible “Friend Zone”.  Ahora las minas son diferentes.  El “Bla-Bla” quedó en el pasado.  Ahora a las minas les gusta ir más “al choque”.

                En la época de mi Tata, él le enviaba cartas de amor a mi Titi, mi abuela.  Las cartas de cierta manera eran “románticas”, ahora en el Siglo XXI cambiamos las cartas por las piscolas.  Mientras más piscolas le damos a la mina, más se cura, más mino nos ve y más posibilidades tenemos de “cuchi-cuchi”.  Si la mina no toma, estamos hasta el loli.  Pero hay un plan B, darle bebida con hielos de Vodka…sé que esto puede ser juzgado hasta como un intento de violación, ya que la estamos curando sin su consentimiento, pero en momentos difíciles, hay que ponerse creativos.

                Ahora invitar a un café a una mina es prácticamente pedirle matrimonio, o muchas minas piensan así.  La formalidad se puso muy “cartucha” a la hora de jotear.  Ahora tenemos que ponernos menos como Leonardo DiCaprio en Titanic, y más como el Leo en Lobo de Wall Street, o sea menos hacer dibujitos de la mina pa’ enamorarla, y más de andar “jalando cocaína en la raja de la weona”.

                Aunque las minas digan que no, que aún le gustan los romanticones y son fanáticas de San Valentín, no nos leamos la suerte entre gitanos, sabemos que les gusta San Valentín porque se llenan de regalos.  Porque si ese día un pololo o esposo indefenso no les tiene un regalo, arde Troya, weón.

                Jotear es fácil pa’ las mujeres.  Los hombres somos más simples.  Es más fácil leernos que un Condorito.  Entender a una mujer es como leer un libro en un idioma mezclado entre Chino y Árabe.  Las sacamos a bailar y somos hincha pelotas, porque las “lesbianas encubiertas” quieren bailar con sus amigas toda la noche.  No las sacamos a bailar y somos unos weones que no sabemos “como hacerla”.  Les hablamos y somos muy ahogantes, no les hablamos y nos estamos joteando otras minas.  Les compramos ropa y les queda chica, las encontramos guatonas, si les queda grande les estamos tirando una indirecta pa’ que coman.  Por mi parte soy más sencillo.  ¿Me quieren regalar algo?  Una polera.  ¿Cómo me gustan?  Con dos mangas y un hoyo pa’ mi cabeza.  ¿Algo pa’ tomar?  Una Piscola.  ¿Cómo me gusta? Con pisco.

                Sé que tipos de minas hay miles.  Pero todas siempre serán más complicadas que un hombre.  Y lo peor es que saben que son complicadas, y lo disfrutan.  Son el único ser vivo que se puede quedar parado viendo ropa por dos horas en el mismo metro cuadrado, y no sufrir de aburrimiento.

                Pero así y todo nos gustan.  Si las minas son complicadas, nosotros los muy weones somos masoquistas, porque mientras más “peludo” sea joteársela (Y obviamente menos peludo otras cosas), la mina es más deseable. 


                High Five pa’ las complicadas.  Aunque sean como ver un orgía de pulpos, igual la disfrutamos.

domingo, 10 de agosto de 2014

Nombres de futuras teleseries de TVN como: "Ponte Condón" o "Sólo la Puntita"

Yo no veo tele chilena.  No me gusta.  La encuentro fome.  ¿Series gringas?  Esa wea si, las veo todas.  De Glee a Spartacus, de todo tipo…todas.   Pero una wea que tiene la tele chilena, o por lo menos TVN, son la creatividad para los nombres.  Weón, estoy seguro que el SMC (Sindicato de Mamás Cartuchas) son las que crean los nombres.  “Vuelve Temprano”, “No abras la Puerta.”  Weón, la próxima teleserie nocturna de TVN se va a llamar: “Ponte Condón.”

                No vi “Vuelve Temprano” y no veo “No abras la Puerta”, pero con el simple hecho de vivir con mi vieja puedo tener una idea de cómo se ingenian estos nombres.  Es como si el director de esta wea está en la casa de su vieja y va al baño, se le olvida tirar la cadena, acto seguido: Próxima teleserie de TVN se llama “Tira la Cadena”, “Ponle rollo de confort al baño” o por último “Deja la ventana abierta, hediondo de mierda.”

                Pero si TVN busca asustar o advertir a las personas con tan sólo el nombre de sus teleseries, Canal 13 se fue al chancho en otra wea.  Canal 13 es el canal que logró juntar a las minas más ricas de Chile en todas sus teleseries.  Y además las weonas salen en pelota por lo menos en el 96% de los capítulos, dejémoslo en un 98%.  Y eso que este era el canal religioso y wea, aún me acuerdo cuando después de las noticias aparecía un cura hablando y diciendo weas de la Biblia.  Ahora ver Canal 13 a las 10 de la noche es como ver una porno en familia.  Qué paja debe ser ver esas teleseries con tu vieja o tu viejo…o peor aún, tu abuela.  Están todos de lo mejor, acostaditos y comienza la escena en que la Fernanda Urrejola está en pelota en la piscina.  Puta todo bien, están todos callados, y de repente comienzas a sentir cosquillas por allá abajo.  Momento ultra incómodo, y dejay de mirar la tele y partes pensando en cualquier wea.  “Ya…weón…no te podís calentar con tu familia al lado…piensa en algo…en tu abuela…tu prima…el micrero… ¿Weón que te pasa? Desacalientate mierda…”   Incómodo po, weón.   Antes las teleseries se podían ver en familia.  Machos, Gatas y Tuercas, Lola, Charlie Tango, Hippie, Brujas…ahora en Canal 13 es mejor verla solito con la puerta cerrada y la luz apagada.

                En resumen TVN te advierte y asusta…estoy seguro que después de “Vuelve Temprano” muchos weones efectivamente volvían más temprano, y por culpa de la nueva teleserie llevo como dos días sin abrir la puerta y entro por la ventana.  Y Canal 13 incentiva a los califas…y las califas.  Es sorprendente en Twitter ver como las minas se vuelven locas con los weones de las teleseries.  Weón cuando estaban “Las Vegas”, me metía a Twitter y leía comentarios demasiado explícitos.  “Weona a Mario Horton le dejaría como Chupe de Centolla el...”  Si, leí eso una vez.  El Chupe de Centolla tiene buen sabor y todo pero la wea estéticamente se ve mal po weón.  Es como un puré todo arrugado.  O sea esta weona tenía serios problemas. 

                La wea es que las teleseries en Chile cambiaron.  Pa’ bien o pa’ mal.  Pero no me sorprendería que en unos años más se unan TVN y Canal 13 y saquen “No regales tu flor”, una teleserie sobre como una generación entera de un colegio de minas perdió “su flor” con el conserje del colegio.   Y el conserje sea un weón con más six pack que botillería, y todas las minas parezcan sacadas de una mansión porno.  Esa si la vería.


                High Five, pocos, pero fieles, lectores.