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miércoles, 7 de agosto de 2013

Aprovechando el LAAAAARGO descanso de almuerzo: DECISIONES WEONAS

                          Hay decisiones que son las mejores que podríamos haber tomado.  Eso pasa cuando elegimos la carrera que de verdad nos gusta para estudiar, a la hora de elegir amigos o saber que Pisco comprar para que no nos de caña.  Pero también hay decisiones muy weonas que tomamos en el momento y después nos damos cuenta que nos aweonamos.  Decisiones como la de Jack al apostar un boleto de Titanic y ganar…podría haber apostado mucho dinero o un auto, pero no, este weoncito quería viajar en un crucero.  Homero es un crack mostrándonos que decisiones debemos tomar.  Como en la película cuando bota toda esa basura al lago, o cuando gasta todo el dinero que tenía para navidad en un reloj que le da la hora de todo el mundo.  Ese tipo de decisiones que más adelante sabemos que nos van a perjudicar, pero en el momento nuestras ingenuas mentes juran que estamos haciendo lo correcto.

                “Ya, cabros.  Cántenme un farol.”  Gran frase entre los jóvenes chilenos, el problema es que la cantamos cuando ya nos hemos tomado la mitad de la botella.  En el momento tomarnos ese farol es lo más entretenido que podemos hacer, pero una vez que el farol ya comenzó a alumbrar y el suelo comienza a temblar, nos damos cuenta que la decisión que tomamos no fue de las mejores.  Acto seguido a esa decisión es cuando salimos a bailar y vamos directo donde la fea del carrete, en el momento agarrar con ella no es tan malo, ya que estamos curados y juramos que esa es la excusa perfecta, además con todas las piscolas que tomamos la weona no es tan fea.  El problema es que al otro día nos acordamos de todo, y peor aún es que nuestros amigos se acuerden de todo.  Ya en el peor de los casos es que en el carrete no faltaba el típico weón que saca las fotos, y porque este weón nos sacó la foto en el momento que “atacamos” a la “trauca”, nuestra reputación y dignidad se va más rápido que el hielo en los carretes.

                Decisiones weonas como esas son típicas en películas.  Estamos en un pueblo con muchas personas, pero hay un asesino, el asesino entra en nuestra casa.  Para el guionista sólo hay dos opciones para continuar esta escena.  Primera opción: La víctima sube al ático que no tiene salida alguna y están todas las luces malas.  Segunda opción: La víctima elige el camino más largo hacia el pueblo, el camino que está en un bosque oscuro lleno de peligros.  Creo que por ver tantas películas y series en que pasa esto cuando a alguno de nosotros le ocurra haremos lo mismo.  “Oh no, el asesino entro a mi casa, mejor iré al sótano sin ventanas para ocultarme.  Es el mejor lugar, a pesar de que la puerta no tiene pestillo y está lleno de armas.”

                También puede ocurrir, si nos ponemos más mamones, el hecho de comenzar a pololear o andar con alguien simplemente porque no nos pescó la otra persona.  A eso lo llamamos “sacar un clavo con otro.”  Puede funcionar y que nos termine gustando la otra persona tanto como nos gustaba la “opción número uno”, pero también puede que las caguemos y nos condoriemos, dejemos embarazada a la “opción dos” y terminemos pasando toda nuestra vida con esa persona, engordando, tirando una vez cada muchos meses, dándonos cuenta que la weona es un desastre, y viendo como “opción uno” tiene una vida perfecta sólo porque no se apuró como nosotros.  Por eso, amadas lectoras, espérenme que pronto estaré cerca de ustedes.  Jennifer Aniston no me supo esperar  y ahora la weona se va a casar.  Mal viaje para Jennifer, algún día se arrepentirá.

                Otras malas decisiones es cuando elegimos con quien trabajar en la U.  Es el típico mal del estudiante chileno que elige trabajar con los amigos, buenos pa’ las tallas y pa’l carrete.  Pero después de unos cuantos trabajos, cuando nos damos cuenta que el weón nunca sale de ese “modo webeo” y se transforma en nuestra mochila, nos damos cuenta del condorito que nos mandamos al elegir trabajar con ellos y no con el weón fome que se saca puros sietes. 

                “Decisiones pencas como…” Sería un buen tema pa’ la cultura chupística.  Y entre ellas estaría: “No jugar Cultura Chupística después de haber tomado tres faroles seguidos.”  Pero con copete TODAS las decisiones son buenas.  “Estoy súper curado, no encuentro el condón.”  “No te preocupes, no creo que pase nada…vos dale no más.”  Acto seguido: “Desconocido uno” con “Desconocida dos” tienen un hijito gracias al trece – trece sin cuidado que tuvieron una noche.  “¿Por qué mierda no te diste cuenta que el condón estaba en tu bolsillo?”  “Puta, es que estaba curado.”  ESA RESPUESTA.  Esa puta respuesta es la típica en las malas decisiones. 

                Las malas decisiones nos pueden cagar por poco o mucho tiempo, la wea es que nos cagan.  Comenzar a fumar es una mala decisión, pero muchos, me incluyo, la tomamos, y ahora ya de “viejos” cuesta un mundo dejar el cigarro.  El afán de sacar fotos en los carretes y subirlas a Facebook también es una mala decisión, y a pesar de que muchas veces nos damos cuenta, siempre las seguimos sacando.  O sino pregúntenle a la Bachellet como tomar buenas decisiones, ya que ella después del terremoto nos dio clases de eso.  “No se preocupes, está todo bien.  Si tienen miedo o sus casas se están inundando sólo miren fotos mías con bata blanca, eso tranquiliza a cualquiera en Chile.”  Guatona de…

                Mejor no nos apuremos en tomar una decisión.  Mejor pensemos bien las cosas, a menos que sea esta: “Leo o no leo el blog del Tommy.”  Ahí no lo piensen dos veces. 

                Una decisión apurada es una decisión mala, sea como sea.  Alguien que no es paciente y no espera sólo por caliente, por curado o por cualquier razón, después mirará atrás y se dará cuenta de que todo podría haber sido mejor.

                Si no me creen, pregúntenle a Zamorano cómo se siente después de haber firmado el contrato con el Tran Santiago.  Mal ahí, Bam – Bam.

                Saludos, aún desde el culo del mundo.  Y si se preguntan porque estoy escribiendo tan seguido, la respuesta es que acá en el “suré” la gente se toma su buen rato pa’ almorzar y descansar y yo me aburro.

                Adiosh.

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