Hay
decisiones que son las mejores que podríamos haber tomado. Eso pasa cuando elegimos la carrera que de
verdad nos gusta para estudiar, a la hora de elegir amigos o saber que Pisco
comprar para que no nos de caña. Pero también
hay decisiones muy weonas que tomamos en el momento y después nos damos cuenta
que nos aweonamos. Decisiones como la de
Jack al apostar un boleto de Titanic y ganar…podría haber apostado mucho dinero
o un auto, pero no, este weoncito quería viajar en un crucero. Homero es un crack mostrándonos que decisiones
debemos tomar. Como en la película
cuando bota toda esa basura al lago, o cuando gasta todo el dinero que tenía
para navidad en un reloj que le da la hora de todo el mundo. Ese tipo de decisiones que más adelante
sabemos que nos van a perjudicar, pero en el momento nuestras ingenuas mentes
juran que estamos haciendo lo correcto.
“Ya,
cabros. Cántenme un farol.” Gran frase entre los jóvenes chilenos, el
problema es que la cantamos cuando ya nos hemos tomado la mitad de la
botella. En el momento tomarnos ese
farol es lo más entretenido que podemos hacer, pero una vez que el farol ya
comenzó a alumbrar y el suelo comienza a temblar, nos damos cuenta que la
decisión que tomamos no fue de las mejores.
Acto seguido a esa decisión es cuando salimos a bailar y vamos directo
donde la fea del carrete, en el momento agarrar con ella no es tan malo, ya que
estamos curados y juramos que esa es la excusa perfecta, además con todas las
piscolas que tomamos la weona no es tan fea.
El problema es que al otro día nos acordamos de todo, y peor aún es que
nuestros amigos se acuerden de todo. Ya
en el peor de los casos es que en el carrete no faltaba el típico weón que saca
las fotos, y porque este weón nos sacó la foto en el momento que “atacamos” a
la “trauca”, nuestra reputación y dignidad se va más rápido que el hielo en los
carretes.
Decisiones
weonas como esas son típicas en películas.
Estamos en un pueblo con muchas personas, pero hay un asesino, el
asesino entra en nuestra casa. Para el
guionista sólo hay dos opciones para continuar esta escena. Primera opción: La víctima sube al ático que
no tiene salida alguna y están todas las luces malas. Segunda opción: La víctima elige el camino
más largo hacia el pueblo, el camino que está en un bosque oscuro lleno de
peligros. Creo que por ver tantas
películas y series en que pasa esto cuando a alguno de nosotros le ocurra
haremos lo mismo. “Oh no, el asesino
entro a mi casa, mejor iré al sótano sin ventanas para ocultarme. Es el mejor lugar, a pesar de que la puerta
no tiene pestillo y está lleno de armas.”
También
puede ocurrir, si nos ponemos más mamones, el hecho de comenzar a pololear o
andar con alguien simplemente porque no nos pescó la otra persona. A eso lo llamamos “sacar un clavo con otro.” Puede funcionar y que nos termine gustando la
otra persona tanto como nos gustaba la “opción número uno”, pero también puede
que las caguemos y nos condoriemos, dejemos embarazada a la “opción dos” y terminemos
pasando toda nuestra vida con esa persona, engordando, tirando una vez cada
muchos meses, dándonos cuenta que la weona es un desastre, y viendo como “opción
uno” tiene una vida perfecta sólo porque no se apuró como nosotros. Por eso, amadas lectoras, espérenme que
pronto estaré cerca de ustedes. Jennifer
Aniston no me supo esperar y ahora la
weona se va a casar. Mal viaje para
Jennifer, algún día se arrepentirá.
Otras
malas decisiones es cuando elegimos con quien trabajar en la U. Es el típico mal del estudiante chileno que
elige trabajar con los amigos, buenos pa’ las tallas y pa’l carrete. Pero después de unos cuantos trabajos, cuando
nos damos cuenta que el weón nunca sale de ese “modo webeo” y se transforma en
nuestra mochila, nos damos cuenta del condorito que nos mandamos al elegir
trabajar con ellos y no con el weón fome que se saca puros sietes.
“Decisiones
pencas como…” Sería un buen tema pa’ la cultura chupística. Y entre ellas estaría: “No jugar Cultura
Chupística después de haber tomado tres faroles seguidos.” Pero con copete TODAS las decisiones son
buenas. “Estoy súper curado, no
encuentro el condón.” “No te preocupes,
no creo que pase nada…vos dale no más.”
Acto seguido: “Desconocido uno” con “Desconocida dos” tienen un hijito
gracias al trece – trece sin cuidado que tuvieron una noche. “¿Por qué mierda no te diste cuenta que el
condón estaba en tu bolsillo?” “Puta, es
que estaba curado.” ESA RESPUESTA. Esa puta respuesta es la típica en las malas
decisiones.
Las
malas decisiones nos pueden cagar por poco o mucho tiempo, la wea es que nos
cagan. Comenzar a fumar es una mala
decisión, pero muchos, me incluyo, la tomamos, y ahora ya de “viejos” cuesta un
mundo dejar el cigarro. El afán de sacar
fotos en los carretes y subirlas a Facebook también es una mala decisión, y a
pesar de que muchas veces nos damos cuenta, siempre las seguimos sacando. O sino pregúntenle a la Bachellet como tomar
buenas decisiones, ya que ella después del terremoto nos dio clases de
eso. “No se preocupes, está todo
bien. Si tienen miedo o sus casas se
están inundando sólo miren fotos mías con bata blanca, eso tranquiliza a
cualquiera en Chile.” Guatona de…
Mejor
no nos apuremos en tomar una decisión.
Mejor pensemos bien las cosas, a menos que sea esta: “Leo o no leo el
blog del Tommy.” Ahí no lo piensen dos
veces.
Una
decisión apurada es una decisión mala, sea como sea. Alguien que no es paciente y no espera sólo
por caliente, por curado o por cualquier razón, después mirará atrás y se dará
cuenta de que todo podría haber sido mejor.
Si no
me creen, pregúntenle a Zamorano cómo se siente después de haber firmado el
contrato con el Tran Santiago. Mal ahí,
Bam – Bam.
Saludos,
aún desde el culo del mundo. Y si se
preguntan porque estoy escribiendo tan seguido, la respuesta es que acá en el “suré”
la gente se toma su buen rato pa’ almorzar y descansar y yo me aburro.
Adiosh.
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