Aprovechando
que estoy en Santiago, todos los días me doy cuenta de cosas diferentes que
pasan acá. Unas son la raja y otras no
me gustan tanto. Pero una wea que
simplemente no me puede gustar es el metro.
Todos los días del Metro Grecia a Tobalaba tengo relaciones
sexuales. ¿A propósito? No. Es
imposible no hacerlo. Pero igual como dice la canción de Regaeton, en el metro se hace el amor con ropa. Subirse al metro
es vivir en carne y hueso una orgía con muchos extraños. El jueves pasado estoy seguro que engendré a mi
primogénito con una señora que iba al frente mío. ¿Lo perturbante? La vieja igual sonreía.
Por eso
todas las mañanas me hago la siguiente pregunta: “¿Prefiero llegar tarde o ser
abusado?”. Y como soy un hombre
responsable, y al parecer con tendencia de disfrutar orgías, me subo al metro
todos los días. Si en cada estación
deberían vender condones.
Por
eso, anticipando una posible enfermedad sexual por culpa de subirme al metro,
hago el llamado a CUALQUIER mina que quiera pololear conmigo, no me importa que
nuestra relación no esté basada en amor, o que se parezca a Jennifer Aniston,
lo único que me interesa es que viaje todas las mañanas desde Peñanolén hasta
Manuel Montt. Por favor, no quiero tener
que nombrar a mi hijo Francisco Bilbao sólo porque tuve sexo con su vieja, inconscientemente,
en esa estación.
Pero
algo que de verdad me perturba en el metro es cuando el vagón se detiene antes de llegar a la estación, y aparece la voz en off, con todo el estilo de
Rojo: Fama contra fama, y avisa que nos detendremos unos minutos porque hay
otro vagón parado en la siguiente estación.
Ahí hay que apretar cachete, cubrirse la raja con la mochila o cualquier
cosa, y rezar a “Jebús” que no tengas un pervertido con el Kino Acumulado atrás
tuyo.
Maldito
Metro, que además de ser lugar fijo para contraer enfermedades sexuales,
pareces un sauna, pero en este sauna no me encuentro con mujeres como Jennifer
Lawrence o Hope Solo en sus fotos filtradas, si no que me encuentro con
viejitas que aparte de estar más arrugadas que escroto de zombie, utilizan sus
carteras como un arma mortal para atacarme cuando intento subirme antes que
ellas.
Hoy no
hay High Five, y si pronto no aparece un buen samaritano que me ofrezca viaje
en la mañana, estoy seguro que pronto los estaré invitando a un Baby Shower.
Saludos
a todos, y que tengan una gran semana…menos a los que son dueños del metro. Hijos de puta.