
La mina
perfecta es, tomen apuntes, chiquillas: La que no webea cuando hay partidos de
fútbol, sabe que es un momento importante en el hombre, así como pa’ ustedes es
tan importante ir de compras y andar mirando la misma polera cuarenta minutos y
se enojan cuando les preguntamos por qué chucha lo hacen, pa’ nosotros es una
paja cuando nos preguntan: ¿Cuál es la gracia de unos weones corriendo atrás de
una pelota? ¿Cuál es Chile, el rojo o el
azul? Mujeres, por favor…no.
La mina
perfecta apaña…eso es un hecho. Apaña en
las buenas y en las malas. La mina
perfecta te canta el farol y hace que alumbre toda la noche. No te dice que ya has matado cinco faroles y
eso es mucho, porque si es tan perfecta ella te llevará a la cama apagado tele
y te va a cuidar. Puta que es perfecta.

La mina
perfecta dicen que no existe. Que si es
tan perfecta ya hay otro weón que te la quitó.
Pero no es así. La mina perfecta
está ahí dando vueltas pa’ que la encuentres…pero, weón, suelta el control del
Play y sal a buscarla. No sea liso,
mijito.
La mina
perfecta no anda diciendo por todos lados que busca al príncipe azul pero
siempre termina con el sapo. Porque
seamos honestos, si tanto busca al príncipe AZUL es porque todas
inconscientemente son de la U, lo que las hace aún más perfectas, y si siempre
terminan con el sapo, es porque puta, les gusta el sapo, por ende…son todas
lesbianas.

Tan
perfecta es la weona que en vez de andar weando en mina tras mina, yo me quedo
por mientras con mi “amiga” perfecta. Mi
Checha, mi mascota, mi perrita. Es
perfecta porque ve tele conmigo y porque cuando le hablo sólo me saca la lengua
y me sonríe. Juega Play y ve fútbol… ¿Y
lo mejor? En la mañana tiene peor
aliento que yo.
Y así sigo, buscando a la mina perfecta. Que sepa de fútbol como Marcelo Salas, juegue Play como pendejo de segundo medio, cante el farol con el tono de voz de un coro como el de Glee, y que no vea a nadie más perfecto que a mi…y las piscolas que hago.
Salud y
High Five, pa’ las minas perfectas de cada uno.
Y High Five por mi Checha, que sólo le falta cantarme el farol y me
caso.
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